Este pasado año,
por algún motivo que desconozco, mis hermanos del Santo Crucifijo de la Salud
me honraron con una emotiva invitación para asistir a la salida de la Cofradía
de San Miguel desde el interior del templo.
Tengo que reconocer
que la invitación me hizo especial ilusión. No sólo porque viviría uno de los
momentos más emocionantes y bellos de la Semana Santa, sino porque además la
Hermandad tuvo la gran generosidad y categoría de hacerla extensiva a mi mujer.
Lo que ambos
vivimos aquella noche cuando el Hermano Mayor nos invitó a visitar el Sagrario
y los momentos previos a la salida, forman parte ya de esas vivencias
especiales que uno atesora a lo largo de su vida.
La Cofradía, tras
siglos de historia, podría vivir de esa renta que deja el paso de los años y
caer en una relajación de sus formas. Nada más lejos de la realidad. Toda la
Hermandad y especialmente su Junta de Gobierno trabaja para que cada año sea
mejor que el anterior.
Este afán de
superación les hace grandes y sin lugar a dudas está en el ADN de sus hermanos.
Cada elemento de su ceremonial tiene su explicación. Nada falta y nada sobra.
Todo está encaminado hacia esa preparación espiritual de los hermanos para
realizar la estación de penitencia.
Esta cuestión de
preparar a los hermanos para la estación de penitencia, que a priori se da por
supuesto, no es práctica muy extendida. En algunos casos la oración no está
presente y en otros se encuentra reducida a la mínima expresión. Por eso, lo
que los fieles contemplamos cuando vemos a la cofradía Sacramental del Santo
Crucifijo de la Salud en la calle no es fruto del azar, ni de la suerte. Es el
resultado de años y años de mejora continua, de horas y más horas de darle
vueltas con el único objetivo de darle el mejor culto a Cristo y a María.
Si con presenciar
la salida no tuve suficiente, este año mi Hermandad de la Defensión quiso
participar en la procesión de Minerva. Y si antes hablábamos del prólogo de la
salida de la madrugá, el de la procesión eucarística no se queda atrás.
Eucaristía solemne y exposición del Santísimo en la custodia. Es en estos
momentos cuando se hace realidad el “principio de noble sencillez”.
Que el ceremonial
deba ser noble excluye tanto un modo de actuar improvisado y descuidado, como
un ritualismo pretencioso y seguro de sí. La nobleza nos habla de un sentido de
la elegancia y el esplendor que puede ser evidente lo mismo en una Misa solemne
que en la más sencilla celebración. Nobleza es ofrecer lo mejor a Dios.
La procesión de
Minerva es un ejemplo a seguir en cuanto a organización, sincronización y
cumplimiento del ceremonial. Es un acto que demuestra la fortaleza de esta
Hermandad señera que sólo quiere lo mejor para Cristo y para María.
Finalmente quisiera
agradecer la gestión y el trabajo de la Junta de Gobierno.
Como dije
anteriormente nada de esto es fruto de la casualidad, sino del trabajo diario
de un grupo de hermanos. Agradezco muy de veras al Hermano Mayor, D. Luis Cruz
de Sola, sus ánimos y sus consejos. Él también es un ejemplo de nobleza y en
los tiempos que corren es una cuestión a destacar.
Abraham Hernández
Parra
La foto es de la web www.reporterosjerez.com
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