viernes, 11 de marzo de 2011

SONETO DE UN COSTALERO DE LA VIA-CRUCIS AL SANTO CRUCIFIJO

Dios separó de la tiniebla el día
y a la tiniebla noche la llamara.
Pensó la estrella, el cielo, el agua clara
para la sed, que a todos calmaría.

Dios dio el trino a la alondra. A la armonía
dio el compás que en la música sonara
el ala para el ave, y que volara,
y a la mujer por buena compañía.

Dios creó el universo y cuanto existe
y a pesar de su Gloria, un día, triste,
recordó que morir vería al Hijo.

Y buscó entre los siglos un platero
que cincelar pudiera con esmero
una Cruz para el Santo Crucifijo.


Enrique Victor de Mora y Quirós

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