jueves, 8 de marzo de 2012

COMUNICADO DE LA HERMANDAD DEL SANTO CRUCIFIJO


Que nuestra ciudad está viviendo uno de los momentos más duros de su larga historia, no lo duda nadie. Miles de jerezanos sufriendo la lacra del paro; otros cuantos miles que, pese a trabajar, no reciben remuneración por su trabajo; muchos hijos nuestros obligados a desplazarse a otros lugares de España o del extranjero ante el desesperanzador futuro que se augura; empresarios precisados a cerrar las empresas en las que se han dejado su vida, y un largo etcétera que están consiguiendo que nuestros ciudadanos, que todos,  vivamos en una permanente situación de congoja y atosigados por una tristeza cada vez más patente.

En estas circunstancias nuestra Iglesia, a la que como hermandad pertenecemos, sigue  siendo, quizás, el único referente al que acudir en los momentos de extrema dureza: Cáritas, el comedor del Salvador, las hermandades, y otro sin fin de asociaciones buscan, ayudan, dan de comer, alojan, pagan recibos y facturas, atienden y hacen lo humanamente posible para paliar las necesidades de nuestros hermanos.

Nuestra Iglesia y, por supuesto, todas las asociaciones que la componemos y nos sentimos orgullosos de pertenecer a ella, no busca reconocimiento alguno, no pide homenajes, ni necesita de grandes reconocimientos públicos. Todo lo hacemos porque creemos y sentimos que es nuestra obligación y porque la ayuda a los demás es la esencia misma de nuestra fe.

Ahora bien, de la misma manera que no pedimos aplausos, si creemos que tenemos que exigir respeto hacia nuestra fe, hacia nuestras creencias y, por supuesto, a los símbolos que la representan.

Esta mañana hemos podido comprobar cómo ese respeto no se ha mantenido cuando hemos asistido al discurrir por nuestras calles de una manifestación en forma de procesión que ha utilizado todos nuestros símbolos para mofa de los asistentes y como manera de llamar la atención.

No dudamos de la buena voluntad de los organizadores y participantes que, estamos seguros, solo han pretendido conseguir un importante eco mediático a unas reivindicaciones totalmente justas, pero nos parece que existen otros métodos y maneras que no impliquen el uso de nuestros símbolos cristianos.

Con humildad, siendo conscientes de la situación, comprendiendo la desesperación de muchos jerezanos entre los que se encuentran infinidad de hermanos nuestros, pero con absoluta firmeza, nos atrevemos a pedir, por tanto, el máximo respeto posible a nuestra fe, a nuestras convicciones y a los símbolos sagrados que la representan.

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