Cíñete la faja a tu cintura
y tú molía al cuello,
que cuando suene el llamador
suave llévatelo al cielo
y por las calles de Jerez
llévatelo muy suave y lento
que lleva sobre tus hombros
al Hijo de Dios muerto;
y al amanecer cuando de
regreso vaya para su templo
que no decaigan tus hombros
y reza una plegaria por todos
los enfermos.
Y detrás
que viene llorando de pena,
con esos costaleros echando
sus últimos sudores y esfuerzos
para que su Madre coja
entre sus brazos
a su hijo que ya esta muerto.
De un costalero
J.L.I.
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